viernes, 23 de octubre de 2015

El sistema nervioso simpático Prepara al organismo para las respuestas rápidas en situaciones de estrés, como cuando una persona presencia un atraco a mano armada. Cuando ocurre algo que entraña un peligro, el sistema nervioso simpático hace que el corazón bombee más deprisa para que envíe más sangre a las distintas partes del cuerpo que podrían necesitarla. También provoca que las glándulas suprarrenales, que deben su nombre a que están encima de los riñones, liberen adrenalina, una hormona que ayuda a proporcionar una fuerza adicional a los músculos para una huida rápida. Este proceso se denomina respuesta de "lucha o huida". El sistema nervioso parasimpático hace justamente lo contrario: prepara al cuerpo para el descanso. También desencadena en el sistema digestivo los movimientos necesarios para digerir la comida a fin de que nuestro organismo pueda asimilar eficazmente los nutrientes que contienen los alimentos que ingerimos. Los sentidos Ver el rostro de su pareja al final de un día ajetreado puede ser un gran alivio para sus cansados ojos -pero, si no tuviera cerebro, usted ni siquiera reconocería ese rostro. La pizza Primavera que se comerá a la hora de la cena, seguro que estará deliciosa -pero, sin no tuviera cerebro, sus papilas gustativa no le podrían indicar si se está comiendo una pizza o la caja de cartón que la contiene. Ningún órgano sensorial tendría utilidad sin el procesamiento de la información sensorial que tiene lugar en el cerebro. Vista.
Probablemente la vista nos dice muchas más cosas sobre el mundo que cualquier otro sentido. La luz que entra en el ojo proyecta una imagen invertida en la retina. La retina transforma la luz en señales nerviosas y las envía al cerebro, el cual invierte la imagen para que la veamos del derecho y nos dice qué es lo que estamos viendo. Oído.
Todos los sonidos que oímos son el resultado de ondas sonoras que nos entran por los oídos y nos provocan vibraciones en el tímpano. Esas vibraciones son transferidas a lo largo de la cadena de huesecillos del oído medio y transformadas en señales nerviosas. Seguidamente la corteza cerebral procesa esas señales y nos dice qué estamos oyendo. Gusto.
La lengua contiene grupitos de células sensoriales denominadas papilas gustativas que reaccionan a las sustancias químicas que hay en los alimentos. Las papilas gustativas reaccionan a los sabores dulce, ácido, salado y amargo. Las papilas gustativas envían mensajes a las áreas de la corteza cerebral encargadas de procesar el sabor. Olfato.
Las células olfativas de las mucosas que recubren el interior de las ventanas nasales reaccionan a las sustancias químicas que inhalamos y envían mensajes al cerebro a través de nervios específicos. Según los expertos, el cerebro es capaz de distinguir entre más de 10.000 olores diferentes. Con una sensibilidad tan desarrollada, no es de extrañar que los investigadores sugieran que los olores están íntimamente ligado a los recuerdos. Tacto.
La piel contiene más de 4 millones de receptores sensoriales -mayoritariamente concentrados en los dedos, la lengua y los labios- que recogen información relacionada con el tacto, la presión, la temperatura y el dolor, y la envían al cerebro para que la procese y reaccione en consonancia.

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